En el caminar de nuestra existencia tomamos decisiones a diario, algunas "buenas" otras "malas". Algunas son de gran importancia otras pueden ser irrelevantes, unas para solucionar algún problema cotidiano, pero todas nos marcan y dan eso que llamamos nuestra Vida.
Podemos elegir la ropa que utilizaremos ese día para aquella reunión de trabajo o para ir a algún cumpleaños, ver que comentario colocamos en nuestro perfil en Facebook o una nota en nuestro blog. Todas estas acciones están de alguna forma dentro de nuestro ser como una marca en cada uno de nosotros.
Hay momentos de mi vida que me ha tocado decidir sufrir o no sufrir. Y si vemos las causas por las cuales sufrimos he pensado que ambas situaciones nos hacen no sufrir.
Cuando elegimos no sufrir estamos pensando que esa acción es buena para nosotros y por eso la realizamos y aunque en algún momento siguiente esa decisión haga que nuestra vida sea mas calamitosa no sufrimos porque en nuestra mente sabemos que era para no sufrir.
Si tomamos la decisión de sufrir (porque lo hacemos para una acción que le generara bienestar a otra persona aunque sepamos que a nosotros nos ira con trabajo) al ver que nuestra acción genera felicidad a otros no sufrimos porque sabemos que tal acción es buena en si misma.
En mi trabajo trato de huirle a esta disyuntiva trato de siempre no sufrir, y no hacer sufrir a las personas que atiendo y darles alegría para que su posible sufrimiento se disipe.
He tomado la "decisión" de descubrir en cada momento con mis "viejitos" sus sonrisas ocultas, descubrir en mi cuanta amabilidad poseo y tratar de descubrir en mis semejantes lo cívico y amables que son con los demás.
La enseñanza y el premio que recibo a diario cuando tomo estas decisiones es ver una sonrisa en sus rostros y saber que mi decisión fue la mejor.
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